Creo que todos hemos pasado por momentos en nuestra vida cristiana donde experimentamos una pasión por evangelizar, en especial al comienzo de nuestro caminar con Dios. Comenzamos una relación con Él por su gracia, descubriendo lo que esta nueva vida ofrece, y nos llenamos de un gozo inexplicable que queremos compartir.
Sin embargo, luego llega un tiempo donde, quizás influenciado por el rechazo que experimentamos al compartir el evangelio, retrocedemos y poco a poco se apaga la pasión que teníamos. Pudiera ser que, a medida que crecemos en la vida cristiana, vamos adquiriendo “experiencia” y como consecuencia el corazón se reduce, y con ello la pasión por predicar a los perdidos.
Veamos una historia que nos desafía a dar la vida por los perdidos:
Pablo y Silas se encontraban en la ciudad de Filipos anunciando el evangelio. Una mujer con espíritu de adivinación los perseguía y decía: “estos son siervos del Dios altísimo, quienes anuncian el mensaje de la salvación”. Hechos 16:17
Pablo al soportar esto por varios días la libera y viendo sus amos que habían perdido su fuente de ganancias, los atrapan y los llevan ante las autoridades Romanas, diciendo ellos: alborotan a nuestra ciudad y engañan a nuestra gente con costumbres contrarias a las nuestras, el pueblo entero empezó a pedir que los azoten y los encarcelen.
Pablo y Silas pagan un precio por anunciar el evangelio
“Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.” Hechos 16:23-24
Fueron humillados, torturados y encarcelados por causa del evangelio, lo metieron en un calabozo asegurados en el cepo.
El anunciar el evangelio nos exige pagar un precio, no podemos pretender predicar del Señor sin pagar el precio. Pablo y Silas entendían que el evangelio era poder de Dios y que este era un mensaje por el cual se merecía morir si fuera necesario.
Actitud de Pablo y Silas
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.” Hechos 16:25-26
Ellos tenían muchas excusas para quejarse, pero empezaron a clamar y adorar a Dios. Ellos sabían cómo regocijarse en todo tiempo y era adorando a Dios, sin importar las circunstancias.
- Tenemos que aprender adorar a Dios en todo momento, cuando Dios de y también cuando quite, Cuando el abra puertas y también cuando las cierre, en victorias, pero también en tormentas. Dios es el mismo no cambia de acorde a las circunstancias La compasión de Pablo por los perdidos
“Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” Hechos 16:27-31
Pablo tiene compasión del carcelero, el mismo que los humilló, torturó y encarceló. Esa compasión y amor que tenía por los perdidos, hizo que el carcelero anhele conocer el mensaje de salvación que Pablo tanto hablaba.
Nuestra vida debe predicar el evangelio no solo con palabras, sino con poder y amor, somos llamados a transformar la vida de una persona, de una familia, de una generación, de un país y hasta el mundo entero.
Conclusión:
Dios nos está llamando a pagar un alto precio por los perdidos, pero al mismo tiempo a rendir nuestra vida en adoración diaria sin importar las circunstancias que atravesemos y eso nos llevara a anunciar el evangelio no solo con palabras, sino también con poder.
“porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!”. Romanos 10:13-15 .